lunes, 2 de julio de 2007

"El Tiempo de Dios"




 En este estar donde muchas veces no quería, pero inconscientemente una misma se pone allí, se labra el camino que te lleva a determinados lugares, destinos, encuentros, cuantas veces subí a prisa distintas montañas y al creerme en la cima un diagnostico de vih+ me bajaba sin permiso, sin mi consentimiento, con dolor y llena de miedo.

Pero El estaba, su presencia era silenciosa, pero me gritaba que allí se encontraba, que no estaba sola, que no sintiera miedo, que los hombres buenos me ayudarían con esto, que pasarían muchos años, que tendría buenos y no tan buenos días, que me cansaría y me sentaría al ocaso esperando el tiempo perfecto, su tiempo... ¡EL TIEMPO DE DIOS!

Y durante mucho tiempo no entendí, no creí, llore y llore y sentía que me deshilachaba como una tela vieja, sucia, rota, desteñida, pero su destello me inquietaba, desde lo mas profundo de mi ser sentía una luz resplandeciente, que quería aparecer por mis ojos, por mi sonrisa, por mis poros, por mi boca, por mi revivir...

Y un día grite muy fuerte, llore más duro, coloque mis manos en mi cabeza y renuncie al miedo, a la queja, a las excusas, al cuarto, apreté mi pecho y desterré el dolor y di gracias a la vida, por estar viva, por la vida de mi madre amada y de todos los que enjuagaron su llanto a mi lado, por todos los que callaron solidariamente, por aquel que solo me abrazo y sus lagrimas mojaron mi hombro, por los que no estaban a mi lado y regresaron, por los que me llamaron, por los que oraron y también di gracias por aquellos que se horrorizaron y me juzgaron. Todos formaron parte de mi nuevo piso, de mis nuevas y renovadas fuerzas, de mi nueva vida, viviendo con vih a finales de los años 90.

10 años han sido mucho, no han sido nada, han sido solo el inicio de la luz que se puede colar en la oscuridad mas profunda de cualquier alma. Han sido mi vida, llena de Dios y de su fuerza, y a pesar de que muchas veces lo olvido, me alejo, me distraigo en las cosas mundanas, el amorosamente me canta al oído, me complace, me arrulla con su aliento y me rellena de ímpetus nuevos, vírgenes, que nunca antes sentí y me permite reinventarme la vida, cada respiro, y mágicamente soy tan feliz, tan libre, es como si el vih me hubiese emancipado de la sociedad, de lo cotidiano, del mundo entero y me permite simplemente VIVIR!!!! Vivir con la mayor de las fortunas que puede tener un ser humano "a mi parecer" Ayudando a otros, con Amor y con un corazón que no conoce el rencor... QUE MÁS PUEDO PEDIR MI DIOS.
Siempre ANYHEC...

Junio del 2007 a 10 años de su llegada ami vida.

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